jueves, 6 de mayo de 2010

Bailando desde las emociones

Quisiera documentar un poco los resultados de una clase de Contact improvisación y técnicas de improvisación, que impartí este martes en Sada.

El proceso fue el siguiente:

Comenzamos de pié con una toma de conciencia, para pasar a tumbarnos en el suelo tardando 2 minutos en hacerlo. Invitando a concentrarse en cada movimiento y en cada parte del cuerpo. Nos tumbamos y levantamos de esta manera varias veces.

Y desde el suelo, comenzamos a movernos buscando sentir afecto por el suelo. Conectando con el sentimiento de cariño y ternura total y profundamente. De ahí pasamos al asco, a movernos desde el asco, imaginando un suelo lleno de gusanos. Buscando levantarnos y sacudirnos los gusanos.

Caminando por la sala, empezamos a soltar el cuerpo y a buscar movimientos desde otras emociones: rábia, prisa, fuerza, delicadeza, amor, etc

De ahí formamos un círculo, de pie, jugando a construir con nuestro cuerpo la imagen estática de una emoción sugerida. De ahí jugamos a montar una escena en conjunto sobre una emoción, con los cuerpos congelados, un manipulador puede moverlos como si fueran muñecos y colocarlos en nuevas posiciones, para que toda la escena transmita la idea(juego de teatro imagen, dentro del Teatro del Oprimido).

De vuelta al círculo hicimos una roda de emociones. A cada uno se le da una emoción y se pide que se relacionen dos de ellos en movimiento. El resto miran y de vez en cuando entra alguien y sale alguien, quedando siempre 2 personas bailando desde su emoción, en el medio.

Seguimos el juego con la emoción invertida, intentando cada uno moverse desde la emoción contraria a la emoción que tenían asignada.
Estos cambios entre contrarios(grande pequeño, rápido lento, abierto cerrado) son una fantástica preparación mental de cara a improvisar.

Por último asigné papeles a cada bailarín (Fuego, Cielo, tierra, mar, aire, etc) y se les pide que desarrollen una improvisación de grupo, bailando.

Se repite la misma escena, con los mismos personajes, pero pidiendo que se alejen del personaje y se concentren en la danza. Que el personaje sea solo una inspiración, no una constante.

Y finalmente pedí una improvisación donde cada uno empezara sin un personaje, pero buscara identificarse y bailar desde un personaje, contando una historia todos juntos.

Salió una improvisación increible, llena de fuerza, de sentido y de emoción. Cuando la música acabó, los bailarines se pasaron varios minutos tumbados entregados a la quietud, sin mover un ápice.
Hasta que puse música de nuevo y volvieron a bailar. Cuando la música terminó esta vez no se detuvieron y siguieron bailando el silencio como si fueran un solo ser, con una armonía y una sincronicidad increibles. Con una belleza, que me llenó de emoción y me dejó sin palabras...